Empiezo una serie de breves notas sobre el llamado "fracaso escolar".
Creo que es apropiado empezar por cuestionar el nombre mismo del fenómeno. Cuando se habla de "fracaso escolar", se hace en referencia al hecho de que una parte de los estudiantes no terminan los estudios obligatorios. Siempre me ha molestado que se empleen esas dos palabras. La palabra "fracaso", para mí, tiene unas connotaciones despectivas que preparan el terreno para la culpabilización. El adjetivo "escolar" se encarga de eso, al centrar la responsabilidad del problema en la escuela, en los centros educativos. Yo prefiero hablar de "abandono social". El término "abandono" no se refiere tanto al abandono de los centros educativos por parte de los estudiantes como, sobre todo, al abandono de los estudiantes por parte de la sociedad entera y, más concretamente, al abandono de los adolescentes por parte de la sociedad entera. Porque los estudiantes que se van, lo hacen después de acabar la primaria y antes de completar la secundaria, y eso es un dato muy significativo al que se le debería prestar mucha más atención. Pongámoslo así: ¿qué está haciendo esta sociedad con sus adolescentes para que la tercera parte de ellos no completan los estudios obligatorios? ¿Y qué hace con ellos cuando se van?
¿Ven cuán diferente es el asunto cuando se cambian las preguntas que nos hacemos sobre él?
Tengo 52 años y empecé a dar clases particulares en mi instituto a los 16. En estos 36 años no he conocido NUNCA a ningún niño/a o adolescente que no quisiera aprender cosas nuevas. Aprender es parte de la naturaleza humana desde el momento mismo del nacimiento. No lo digo yo. Lo dice Peter Senge en The Fifth Discipline. Sí he conocido a personas adultas poniendo muchísima resistencia a aprender cosas nuevas, pero fundamentalmente como un mecanismo de defensa, no porque realmente no quisieran aprender. Entonces, si todos queremos y necesitamos aprender cosas nuevas, ¿por qué tantos adolescentes se van?
Para mí no hay duda de que se van porque, antes, los hemos abandonado todos nosotros. Y tampoco tengo ninguna duda de que, antes de irse, pasan mucho tiempo avisándonos de que algo va mal, y nosotros pasamos el mismo tiempo interpretando erróneamente, juzgando, leyendo mal o simplemente ignorando las señales de alarma que nos envían. Hasta que se van. Y la clave no está en lo académico, sino en las relaciones entre ellos y nosotros, dentro Y fuera de la escuela.
Así pues, las palabras clave aquí son ABANDONO SOCIAL y RELACIONES INTERGENERACIONALES.
En la siguiente nota hablaré de las relaciones intergeneracionales, especialmente en relación con un tema que, aparentemente, no está claramente conectado: las oposiciones.
José María Ribal
www.josemariaribal.com
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