En poquísimas ocasiones me he encontrado con estudiantes que tuvieran dificultades con los estudios que estuvieran relacionadas exclusivamente con el contenido de dichos estudios, es decir, lo que se suele denominar "problemas académicos". En la inmensa mayoría de los casos, los problemas con los estudios estaban relacionados con cuestiones "no académicas" que, con frecuencia, pasan inadvertidas, o se les da poca importancia, o son consideradas como secundarias o, incluso, son vistas con desconfianza o miedo. Veamos algunas de las problemáticas que me he encontrado con más frecuencia:
- Problemas de auto-conocimiento como estudiantes, de auto-imagen o autoestima. Estos problemas se manifiestan en afirmaciones como las siguientes: "esto es muy difícil para mí", "no se me da bien", "soy un desastre para", "tengo esta materia atravesada", "yo ya sabía que esta la suspendería", entre otras muchas.
- Problemas de relación con personas adultas en la vida de las estudiantes: profesorado, familia. Esto incluye conflictos entre los roles que los adultos representan y los que los estudiantes esperan o necesitan que representen.
- Conflicto entre sistemas de valores. Los profesores y los miembros de las familias de los estudiantes tienen, por supuesto, sus propias opiniones y creencias sobre para qué sirve estudiar, cómo se debería estudiar, durante cuánto tiempo, etc. Sean cuales sean esas creencias, son absolutamente válidas para quienes las tienen, pero no necesariamente para los hijos. Conviene, pues, saber cuáles son las respuestas que nuestros hijos y nuestros alumnos tienen a preguntas como las siguientes: ¿para qué estoy estudiando?, ¿para qué creo que me va a servir?, ¿qué es lo más importante para mí en cuanto a los resultados?, ¿de dónde creo que vienen los problemas que estoy teniendo?, ¿cómo estudio mejor?, ¿qué necesito oír de las personas adultas que me rodean cuando me hablan sobre los estudios?, ¿qué necesito decirles?, etc.
- Excesiva preocupación por la mecánica del día a día de los estudios: tareas de clase, trabajos, exámenes, etc. En vez de plantearnos sólo cuánto tiempo pasan o deberían pasar las estudiantes estudiando en casa, convendría plantearse también, con la misma insistencia, qué tipo de trabajo se les pide que hagan y cómo les ayuda a crecer intelectual y emocionalmente. No se trata tanto de hacer mucho trabajo, cómo de qué pasa dentro de ellas cuando lo hacen.
- Problemas con la presión proveniente de dos creencias implícitas ampliamente extendidas en todo el sistema educativo: la primera, que "lo que se enseña" y "lo que se aprende" coinciden o deben coincidir; la segunda, que todos "aprendemos" de la misma forma, al mismo tiempo, al mismo ritmo, y las mismas cosas. Está ya científicamente demostrado hasta la saciedad que ninguna de las dos presuposiciones es cierta.
Puede que no seamos conscientes de todos estos y otros factores, o que no los tengamos en cuenta, o que no veamos cómo ni cuándo se manifiestan, pero no por ello dejan de estar presentes y activos. Es por ello que, en cuanto les prestamos atención y los incorporamos a los esfuerzos de apoyo y acompañamiento de los estudiantes con dificultades, muchas cosas comienzan a mejorar, y no sólo "las notas". El Coaching Educativo se basa en este enfoque integral, sobre la base de que todo lo que forma parte de la vida de un/a estudiante está interconectado y, por lo tanto, las dificultades y las mejores que se producen en una parte de su mundo repercuten también en las otras.
Conviene tener esto muy presente a la hora de buscar y escoger programas o intervenciones puntuales de apoyo. Si se busca apoyo puramente "académico" o "de contenidos", entonces un programa de refuerzo escolar puede coincidir con lo que se quiere encontrar. Si, por el contrario, se busca un programa que trabaje con todo lo que el/la estudiante es, piensa, siente, hace, entonces el Coaching Educativo representa una opción mucho más apropiada.
José María Ribal
Presidente Asociación Open World
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